Bosque Integral Otonga

La Reserva Integral Otonga es un bosque subtropical de las estribaciones occidentales de los Andes de Ecuador, en la Provincia de Cotopaxi.
En 1988 fueron adquiridas las primeras 100 hectáreas. Fueron una donación de Massimo Carpinteri, un apicultor italiano, quien se enamoró de la la belleza natural de la zona y dió el dinero para su compra con el deseo expreso de que se conserve en estado natural como ¨monte¨. Este fue el primer núcleo de lo que hoy es la Reserva Integral Otonga. El cuidado de la reserva fue encomendado a la familia Tapia Caisaguano. Esta familia forma parte de los grupos de colonos de San Francisco de Las Pampas, quienes llegaron durante el siglo XX a esta zona para dedicarse a actividades agrícolas, ganaderas y forestales. La familia vivía del cultivo de la caña de azúcar. A comienzos de la década de los ochentas se incia una amistad entre la familia Tapia y Giovanni Onore, un biólogo, misionero marianista de origen italiano, quien apoya a la familia para la conservación de los bosques.
Don César Tapia y sus hijos iniciaron un programa de biorestauración, en los años noventas, de áreas deforestadas y han sido los guías de los visitantes. Actualmente la reserva consta de alrededor de 1500 has. adquiridas gracias a donaciones recibidas principalmente a través del profesor Mario Paván (Universidad de Torino Italia) y del Premio Gambrinus (Italia) concedido al Dr. Onore.
Biólogos y naturalistas del mundo visitan la Reserva, al igual que grupos de estudiantes universitarios de Quito, quienes realizan prácticas de campo, investigaciones y aprenden sobre la fauna y flora de Otonga.
La ciudad de Verbania del Lago Maggiore en Italia, adoptó, en una ceremonia oficial, a Otonga como pueblo gemelo al Lago Maggiore. Por ello se cuenta también con la ayuda de los ciudadanos de este pueblo.
Fuente: Jácome C. E. 2008. Vida de Giovanni Onore. El héroe nunca cantado. Fundación Otonga. Imprenta Mariscal, Quito, Ecuador. 178 pp.La belleza de la selva natural Otonga

Por: César Tapia
Guía del BIO, quien inspirado en la belleza de Otonga escribió este ensayo en 1992, el cual fue publicado en la revista World of Woods
"Organizar y ser un guía de una reservación primaria ha sido un trabajo duro pero me gusta mucho y me sirve de experiencia para conocer unas maderas por su color, otras por su olor, sus flores, frutos, sus hojas, formas, sus cortes, tamaños gigantescos, sus ramajes. He mirado especies de madera que se agrupan en un solo lugar, como: el tombli, el aliso blanco, aliso negro, callaraca, chinilli, las palmas, ortigilla y alubilla, que es un árbol venenoso.
Un día de mucho sol, rendido por mucho trabajo en el campo, me senté un momento a reposar bajo un árbol mientras descansaba mirando y oliendo los árboles que estabam a mi alrededor, sentí que diferente es la sombra de un árbol o del bosque con la de una casa; miré que diferencia tenía el ramaje de un árbol de guayaba con los demás. Y al atardecer me puse a caminar y regresé a la cabaña; reposé la noche, como todo ser humano. Desperté las cuatro de la mañana, preparé un café, era el día siguiente, seguí caminando en el bosque La Otonga, que tiene alrededor de 300 hectáreas, las que tengo que recorrer cuidando.
Vigilar una reserva no es trabajo suave, ni fácil porque tengo que caminar no una hora fija, a veces de seis de la mañana a cuatro de la tarde, muy temprano. Es cuando siento que los seres que viven en la reserva, me miran caminando a cualquier hora y tienen temor a que vea cansado a animales como el oso, el puma, el tigrillo, la pacarana, erizos, tejones, guatusas, monos, zabricabras y ardillas; que vea aves como las pavas, gavilanes, tucanes, loros, venaderoa, trepatroncos, guajalitos, halcones con cuernos, torcasa, entre otras que no sé el nombre.
Para ver en el bosque todos estos animales, uno necesita de varios días y se debe caminar en silencio porque en la selva los animales se escapan rápido.
Mi trabajo es cuidar y no destruir ni que otros destruyan, ni que saquen del bosque plantas como la cascarilla o sangre de drago entre otras.
A mis 53 años, no es tan fácil pero tengo mucho cariño al bosque por lo que lo cuido responsablemente y lo haré hasta cuando pueda caminar y dar mis últimos pasos de mi vida. Luego está Elicio y Arturo que son mis hijos, que conocen este bosque. Hemos sido guías para que otras personas lo conozcan. El Dr. Giovanni Onore nos ha orientado y ha hecho grandes esfuerzos para adquirir la tierra que será admirada por futuras generaciones, por su belleza. Si los animales, pájaros, insectos y todo bicho de la tierra: es decir todo ser que existe ahí le agradecería al Dr. Giovanni Onore, uniendo en una solo voz, porque tienen un lugar donde vivir. Es algo tan grande avanzar, avanzar y proteger esta cantidad de hectáreas ya abandonadas en este tiempo, año 1992.
Estoy seguro que es difícil adquirir un bosque, se necesita mucho dinero y muchos trámites con la ley. Pero esto se hace con el afán de cuidar aves, animales e insectos.
A la reserva no se puede pintar ni poner agua de olor para hacerla más bonita de lo que ya es. Tiene bosque primario para el disfrute de visitantes nacionales y extranjeros.
Mi deseo es que vengan a visitar la reserva para que se alejen por un momento de esos humos que botan las fabricas, que se libren del aire contaminado; que disfruten de los aromas de distintas flores, que reconozcan las diferentes especies de insectos y que aprendan a escuchar los cantos de tantas variedades de pajaritos que viven aquí. En el bosque vamos a encontrarnos entre una neblina fresca y una vegetación verde. Vamos a caminar por senderos hechos con mis propias manos, con el sudor de mi frente, que serán mis recuerdos cuando yo ya no esté; y quedarán impresas mis pisadas en esa Madre Tierra que Dios ha puesto.
Mientras descansemos de nuestra caminata por el bosque nuestros oídos se alegrarán de escuchar tantos pajaritos nocturnos, varias especies de ranas, saltamontes. Nos encontramos mirando a la lombriz otonga azul, comiendo tarántulas, apareándose. Todo esto hemos mirado junto a nuestros amigos canadienses que con admiración y una sonrisa tomaron fotos para llevarse de recuerdo.
La reserva es una colina de más o menos 2000 metros de altura, atractiva y fresca por las nubes que siempre la rodean. Me siento feliz y contento de saber que nunca será destruida por fuego o por personas que cometan un error por no conocer el valor y la importancia que tiene el bosque.
Al contemplar el bosque me pregunto por que los maestros de las escuelas no explican a sus niños la importancia que tiene la vida del arbolito, y la pérdida que se produce cuando se lo corta y se les hace daño a los insectos y a los pájaros que viven y cantan en el. Soy estudiado solo hasta el tercer grado de escuela y hoy siento la necesidad por no haber terminado si quiera la primaria y así podrían quedar mis hijos por no tener recursos para estudiar y hacer crecer su capacidad mental. Pero gracias al Dr. Onore que para nosotros es como un padre, y a las hermanitas religiosas de la Comunidad Marianista de Quito podremos estudiar y superarnos. Por eso a todos ellos les agradecemos de todo corazón."